11 y se las acercó para que comiese, pero él la sujetó y le dijo: «Ven,
acuéstate conmigo, hermana mía.»
12 Pero ella respondió: «No, hermano mío, no me fuerces, pues no se
hace esto en Israel. No cometas esta infamia.
13 ¿A dónde iría yo deshonrada? Y tú serías como un infame en
Israel. Habla, te lo suplico, al rey, que no rehusará entregarme a ti.»
14 Pero él no quiso escucharla, sino que la sujetó y forzándola se
acostó con ella.
15 Después Amnón la aborreció con tan gran aborrecimiento que fue
mayor su aborrecimiento que el amor con que la había amado. Y le
dijo
Amnón: «Levántate y vete.»
16 Ella le dijo: «No, hermano mío, por favor, porque si me echas, este
segundo mal es peor que el que me hiciste primero.» Pero él no
quiso
escucharla.
17 Llamó al criado que le servía y le dijo: «Échame a ésta fuera y
cierra la puerta tras ella.»
18 (Vestía ella una túnica con mangas, porque así vestían antes las
hijas del rey que eran vírgenes). Su criado la hizo salir fuera y
cerró la
puerta tras ella.
19 Tamar puso ceniza sobre su cabeza, rasgó la túnica de mangas que
llevaba, puso sus manos sobre la cabeza y se iba gritando mientras
caminaba.
20 Su hermano Absalón le dijo: «¿Es que tu hermano Amnón ha
estado contigo? Ahora calla, hermana mía; es tu hermano. No te preocupes
de este asunto.» Y Tamar quedó desolada en casa de su hermano Absalón.
21 Cuando el rey David supo todas estas cosas se irritó en extremo,
pero no quiso castigar a su hijo Amnón, al que amaba porque era su
primogénito.
22 Absalón no dijo a Amnón ni una palabra, ni buena ni mala, pues
odiaba Absalón a Amnón porque había humillado a su hermana Tamar.
23 Dos años después, estaban los esquiladores con Absalón
esquilando en Baal Jasor, junto a Efraím, y Absalón invitó a todos los hijos
del rey.
24 Se presentó Absalón al rey y le dijo: «Ya que estoy de esquileo,
que vengan, por favor, conmigo el rey y sus servidores.»
25 El rey dijo a Absalón: «No, hijo mío, no podemos ir todos para no
serte gravosos.» Insistió, pero el rey no quiso ir y le dio su bendición.
26 Absalón le dijo: «Que venga, por favor, con nosotros mi hermano
Amnón.» Respondió el rey: «¿Para qué ha de ir contigo?»
27 Pero Absalón le insistió y dejó que fueran con él Amnón y todos
los hijos del rey. Absalón mandó preparar un convite regio.
28 Y ordenó a sus criados: «Estad atentos: cuando el corazón de
Amnón esté alegre por el vino y yo os diga: “Herid a Amnón”, le mataréis.
No tengáis temor, porque os lo mando yo. Cobrad ánimo y sed valerosos.»
29 Los criados de Absalón hicieron con Amnón lo que Absalón les
había mandado. Entonces todos los hijos del rey se levantaron y montando
cada cual en su mulo huyeron.
30 Estando ellos en camino llegó a David el rumor de que Absalón
había matado a todos los hijos del rey y que no había quedado ni uno solo
de ellos.
31 Se levantó el rey, rasgó sus vestidos y se echó en tierra; todos los
servidores que estaban a su lado rasgaron también, sus vestidos.
32 Pero Yonadab, hijo de Simá, hermano de David, tomó la palabra y
dijo: «No piense mi señor el rey que han muerto todos los muchachos, los
hijos del rey, porque solamente ha muerto Amnón; pues era cosa decidida
en boca de Absalón desde el día en que aquél humilló a su hermana Tamar.
33 Así que no haga caso mi señor el rey de esos rumores de que han
muerto todos los hijos del rey, porque sólo ha muerto Amnón.»
34 Absalón huyó. El joven que estaba de centinela levantó la vista y
vio multitud que venía por el camino de Bajurim, a la bajada, y fue a avisar
el rey: «He visto algunos hombres que bajan por el camino de Bajurim, por
la ladera de la montaña.»
35 Yonadab dijo al rey: «Son los hijos del rey que llegan; ha sido lo
que tu servidor había dicho.»
36 Apenas había acabado de hablar, entraron los hijos del rey y
alzando su voz lloraron. También el rey y todos los servidores se echaron a
llorar con gran llanto.
37 Absalón huyó yéndose adonde Talmay, hijo de Ammijud, rey de
Guesur; y el rey lloraba todos los días por su hijo.
38 Absalón, por su parte, había huido yéndose a Guesur: allí se quedó
tres años.